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Evolución Artística de Van Gogh:
(V) Etapa en Arlés

 

"...El Norte es colorista; los sueños y la magia son hijos de la bruma... Por el contrario el Mediodía es naturalista, pues la naturaleza es allí tan bella y clara que el hombre, no teniendo otra cosa que desear, no encuentra nada más bello que inventar que lo que ve... El Mediodía es brutal y positivo... el Norte, sufrido e inquieto, se consuela con la imaginación..." Charles Baudelaire.


PENSAMIENTO ARTISTICO

 Cansado de París, y lleno su espíritu del arte japonés, parte el día 20 de Febrero de 1888 hacia el sur de Francia, en busca de nuevos horizontes, en busca de su propio Japón. Lo encontraría en Arlés, " Aquí no hace falta para nada el arte japonés, pues me hago la ilusión de estar en Japón y solo necesito abrir los ojos y absorber lo que hay ante mí."

Vincent no ha encontrado Japón, sino que sencillamente ha quedado fuertemente impresionado al observar el colorido y la luz del paisaje mediterráneo. Se encuentra por doquier con los colores primarios: el azul del cielo, el amarillo de la paja de los cereales, el rojo de los suelos, esos terrenos que agronómica y edafológicamente se conocen como Suelos Rojos Mediterráneos; se encuentra con el contraste de los colores en la naturaleza: rojo y verde, de amapolas y trigo tierno, rosa y celeste, de las flores de los frutales contra el cielo, amarillo y verde de jaramagos entre olivos... y sobre todos ellos la luminosidad incomparable del sol del Sur, "Una luz que, a falta de otra palabra mejor, no puedo sino llamar amarilla". "Amarillo de azufre pálido, limón pálido oro. ¡Qué hermoso es el amarillo!"

Si en París descubre el color, en Arlés descubre la luz. Este choque con su Japón particular produce una serie de cuadros, como sus huertos de frutales en flor y las reproducciones del puente de Langlois, fuertemente influidos por la pintura japonesa.

Tal vez, lo más novedoso de este período sea la creación de un lenguaje propio para transmitir sus sentimientos y emociones a través del color, color que usa arbitrariamente según su estado de ánimo.

"La primavera tiene el nuevo trigo verde y los manzanos rosas en flor;

El otoño tiene el contraste de las hojas amarillas con los tonos violetas;

El invierno tiene la nieve y los menudos personajes negros;

El estío tiene la oposición de los azules con un elemento anaranjado en el bronce dorado de los trigos.

Así pues, se podría hacer justamente de este modo un cuadro que exprese muy bien el aire de las estaciones, con todos los contrastes de los colores complementarios."

La fuerza expresiva de Van Gogh hace sentir al espectador sensible la soledad de las sillas vacías, las miserias humanas de un café nocturno o el mal olor de unos zapatos viejos.

El color como lenguaje expresivo no es un concepto fruto de una idea alienada del artista, sino que ya Goethe asociaba los colores a distintos estados de ánimo, se usaba la Cromoterapia contra la enajenación mental y se conocían los efectos estimulantes o inhibidores de los colores, tales como que el rojo y el verde acentuaban o disminuían respectivamente el ritmo del corazón.

La arbitrariedad de sus colores tampoco puede considerarse como síntoma de anomalía mental, pues así como existe un idioma nacional o un dialecto comarcal, y existen formas de expresión de ámbito puramente familiar, puede existir un lenguaje, en este caso pictórico, inventado por un individuo, y que corresponde interpretar al espectador interesado en su comprensión.

La exageración de los efectos de la enfermedad de Van Gogh, ha creado el mito de su locura, que, afectándole sólo a los períodos de crisis, se ha hecho extensiva a toda su vida y a toda su obra. Ello ha dado lugar a que muchos de sus cuadros se hayan visto, con un evidente prejuicio, como reflejo y prueba de su enajenación mental. El cada vez mayor y mejor conocimiento de su obra demuestra lo erróneo de esas interpretaciones, y el realismo, casi científico, de esos mismos cuadros.

Otro elemento importante de esta etapa lo constituye "La casa amarilla", el "Estudio del Sur" (F464; JH1589), donde Vincent pensaba establecer una colonia ideal de artistas, que se ayudasen unos a otros en lo económico y en lo artístico, desde donde se mejorara la comercialización de sus cuadros, y donde pudiera existir un discurso y un intercambio enriquecedor de experiencias y de ideas sobre arte.

Constituye esta casa la primera vivienda propia de Vincent, y la amuebla y decora, dentro de sus limitados medios (F482; JH1608), con todo interés, hasta el punto de intensificar su trabajo a fin de disponer de cuadros suficientes para decorar las habitaciones.

El primer visitante sería Paul Gauguin, al que Van Gogh admiraba. Los dos meses siguientes a su llegada serían de una actividad frenética para ambos, no solo en cuanto a sus trabajos pictóricos, sino en cuanto a sus discusiones artísticas, que, dados sus caracteres tan fuertes y tan diferentes, darían lugar a un incremento continuo de la tensión que acabaría alterando los nervios de Van Gogh.

La etapa de Vincent en Arlés sería la más fecunda y genial de toda su vida artística y donde alcanzaría su madurez pictórica. Desgraciadamente también es la etapa en que aparecen por primera vez sus crisis de enajenación mental.

 

INFLUENCIAS

 Durante el período de Arlés, en el que Van Gogh se aísla de todos para dedicarse plenamente e intensamente a su trabajo, aparte de la influencia japonesa, que se refleja en los cuadros que realiza durante los primeros meses (F394; JH1379) (F397; JH1368), recibe la influencia de Paul Gauguin.

PAUL GAUGUIN. (1848-1903). Empleado de una empresa bancaria, era pintor de fin de semana, al mismo tiempo que practicaba, con talento, la escultura. Amigo de Pissarro, expuso en algunas ocasiones con los impresionistas. En 1883, con motivo de una debacle económica, deja su trabajo y se dedica plenamente a la pintura, la escultura y la cerámica.

En Pont-Aven se reunían pintores que dieron lugar a la llamada Escuela de Pont-Aven, y en la que Gauguin y Emile Bernard jugarían un amplio papel con el desarrollo de un nuevo movimiento pictórico.

Por influencia de Cezanne, Gauguin se aleja del área de Pissarro y del Impresionismo, pasando a desarrollar una pintura de colores planos y homogéneos, en grandes superficies, limitadas por líneas negras, que daban a sus cuadros un aire de vidrieras. Sus efectos cromáticos son de gran delicadeza. Su forma de pintar recibe el nombre de "cloisonnismo", por ser derivado del "cloisonné" de los antiguos esmaltes.

Tanto Gauguin como Bernard estimaban que el arte, más que reflejar la experiencia directa obtenida al aire libre, debía producirse desde la memoria y la imaginación, lo que permitía, de una parte, y mediante la abstracción, simplificar y reproducir lo esencial del motivo representado, y por otra parte, añadir los motivos sentidos o imaginados por el artista. Surge así otro "ismo", el Simbolismo.

En cuanto al color, Gauguin no reproduce el color natural, sino que exageraba los tonos: "Si veis un objeto amarillo, pintadlo lo más amarillo posible; si lo veis verde, hacedlo más verde todavía". Valoraba en gran manera los colores morados y amarillos, quizá por eso apreciaba los girasoles de Van Gogh.

Gauguin marchó a Arlés, con Van Gogh, a su pesar. No era de su agrado establecerse en el sur de Francia, pero una mala situación económica, y unos compromisos contraídos con Theo, que le había ayudado a vender algunas cerámicas, le hicieron aceptar.

RELACION ARTISTICA GAUGUIN-VAN GOGH. Gauguin era muy respetado por los pintores de Pont-Aven, y sus criterios aceptados sin discusión. Probablemente llegó a Arlés con las mismas pretensiones, encontrándose con un Van Gogh, que le admiraba, pero que no estaba muy dispuesto a dejarse influir. Por ello, Vincent acelera su trabajo antes de su llegada, al objeto de disponer de un muestrario de obras que pudieran demostrar a Gauguin su propia personalidad artística.

La actitud prepotente de Gauguin puede deducirse de sus propias palabras, escritas unos quince años después de la muerte de Van Gogh: "Cuando llegué a Arlés, Vincent estaba en plena escuela neoimpresionista y se encontraba totalmente perdido, lo que le hacía sufrir, no porque esta escuela, como todas las demás, fuese mala, sino porque no casaba con su naturaleza, tan poco paciente e independiente. Con todos esos amarillos sobre violetas, todo ese trabajo, desordenado por cierto, solo conseguía suaves armonías, incompletas y monótonas."

"Emprendí la tarea de aclararle las cosas, lo que me fue fácil puesto que me encontraba en un terreno rico y fecundo... desde ese día mi Van Gogh hizo progresos asombrosos."

Gauguin no se encontraba a gusto en Arlés y las condiciones económicas con Theo no eran de su agrado. En repetidas ocasiones amenazó con marcharse. Tal vez por esto, y porque Vincent veía que su idea de la comunidad de artistas podía venirse abajo, transige y realiza algunas obras siguiendo las teorías de Gauguin. Él, que siempre se había inspirado en la realidad, pinta ahora, de memoria, "Recuerdos del Jardín de Etten" (F496; JH1630) en el que representa el recuerdo de su madre y de su hermana, o pinta en "cloisonné" "Sala de Baile de Arlés" (F547; JH1652). Van Gogh escribiría: "Gauguin me hace variar mi obra un poco".

Pero los dos pintores son muy divergentes. Mientras Gauguin buscaba los aspectos estéticos del color, Vincent buscaba la expresividad. Mientras Gauguin buscaba la concordancia, la armonía entre los colores, Vincent buscaba el contraste y la confrontación. Las frecuentes discusiones a causa de sus diferentes puntos de vista sobre el arte y los artistas, darían lugar a la ruptura definitiva. Las sillas vacías (F498; JH1635) (F499; JH1636) parecen ser un presentimiento de la separación, y el vaso de absenta que Vincent tiró al rostro de Gauguin, suponía la rebelión frente a la presión artística que éste ejercía sobre Van Gogh.


TEMAS

 La estancia en Arlés sería un canto al sol, a la luz y a la naturaleza, por ello, la gama temática de sus cuadros es amplísima: paisajes, bodegones, retratos, autorretratos, nocturnos, jardines... por ordenarlos de alguna manera, podría decirse que, durante la primavera de 1888, bajo la influencia de la pintura japonesa, realizó numerosos cuadros de huertos en flor, con melocotoneros, albaricoqueros (F555; JH1380), perales (F405; JH1394), ciruelos (F403; JH1378), así como varias reproducciones del puente de Langlois (F1480; JH1382).

Durante el verano toma como motivo los campos de trigo próximos a la recolección (F545; JH1477) con una gama muy variada de amarillos (F412; JH1440), a los que siguen las marinas de Saint-Marie, donde alterna cuadros con colores planos y dibujo muy marcado (F1429; JH1459), con otros en los que el empaste es empleado con generosidad (F417; JH1453).

Es en el mes de Agosto cuando realiza algunos de sus cuadros más importantes, como los girasoles (F454; JH1562) "esa clase de pintura, un poco cambiante de aspecto, que se enriquece si la miras mucho rato"; o los retratos de La Mousmée (F431; JH1519), el cartero Roulin (F432; JH1522) y Patience Escalier (F444; JH1563).

Septiembre es el mes de los nocturnos, de las noches estrelladas, de las que decía: " A veces pienso que la noche es más viva y más rica en color que el día" (F467; JH1580) (F474; JH1592). El excéntrico artista pintaba de noche con unas velas colocadas sobre el sombrero y el caballete, cosa que, curiosamente, hacía también Goya.

Octubre da lugar a motivos como el parque de Arlés, Jardines del Poeta, del que haría varias versiones (F479; JH1601).

Noviembre puede ser considerado como el mes en que se advierte más la influencia de Gauguin, como en La Arlesiana (F488; JH1624) o Les Alyscamps (F486; JH1620); y en Diciembre, acapara su atención los retratos de la familia Roulin (F492; JH1642).

Tras su incidente con Gauguin, Vincent pinta, en Enero de 1889, sus autorretratos con la oreja vendada (F527; JH1657) y los retratos de los que estuvieron cerca de él en el hospital, como los Roulin (F506; JH1670) y el Dr. Rey (F500; JH1659).

Tras las recaídas de Febrero y Marzo, que le mantienen prácticamente retirado de la pintura durante estos dos meses, en Abril retoma el contacto con la naturaleza y vuelve a pintar árboles en flor (F514; JH1681), jardines (F519; JH1687) y flores (F580; JH1679).


TECNICAS

Uno de los deseos de Van Gogh era conseguir rapidez en la elaboración de sus cuadros. En este sentido le llamaban la atención los artistas japoneses: " Dibujan rápido, muy rápido, como un relámpago; es que sus nervios son más finos, sus sentimientos más simples".

Vincent trabajaba deprisa para no perder el efecto que el motivo le había producido, y en su rapidez, aplicaba la pintura en gruesas capas directamente sobre el lienzo, sin boceto previo, dejando trozos de lienzo sin pintar y zonas inacabadas, "algo no apropiado para gentes con ideas preconcebidas."

Consigue en Arlés triplicar el rendimiento conseguido en París (V. Artículo "Datos Estadísticos". Gráficos) y él mismo sale al paso de los que puedan pensar que pinta precipitadamente: "...resultan unas obras hechas velozmente, pero largamente calculadas de antemano; y cuando se diga que es cosa hecha demasiado rápidamente, podrás responder que ha sido vista demasiado rápidamente".

En Arlés su pintura sufre modificaciones una vez más. Va olvidándose de lo aprendido en París y creando su propio estilo.

Su paleta se subjetiviza y se independiza del color local, usando colores más fuertes y arbitrarios, según su estado de ánimo, para conseguir mayor capacidad de expresión. Realiza simplificaciones y exageraciones dando lugar a obras casi provocativas, que son, con sus contrastes de colores, como una manera de manifestar su desacuerdo con una sociedad que, bajo una cínica apariencia de moral, esconde todos sus vicios.

Su intencionalidad de representar las pasiones y sentimientos a través de los colores le diferencia de los pintores de su época (F463; JH1575)

Con esta actitud, Van Gogh se aleja del realismo descriptivo, pero no demasiado, a pesar de las presiones de Gauguin por la pintura de memoria: "No puedo trabajar sin un modelo. Puedo cambiar los colores exagerándolos o simplificándolos, pero en cuanto a la forma, tengo que partir de lo real y de lo posible".

"No invento todo el cuadro, al contrario, lo encuentro en la naturaleza y tan solo tengo que desenredarlo".

El contacto con la naturaleza le proporciona una mayor energía que se advierte en una pincelada más dinámica. Abandona la pincelada de los impresionistas y tiende hacia superficies de colores planos con eliminación de sombras. Algunos de sus cuadros, de colores planos limitados por contornos oscuros, semejan vidrieras.

Le atrae la luz vibrante de la Provenza que ve reflejada en sus cuadros de girasoles, en los que desarrolla toda una gama de amarillos que llega hasta el naranja y el bronce. La monocromía de los girasoles, con una gran variedad de tonos, recuerda la técnica empleada en alguno de sus cuadros holandeses, pero en tonos claros y luminosos.

José Navarro

Utrera (Sevilla) España, Marzo 1999


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