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Evolución Artística de Van Gogh:
(I) Presentación


PRÓLOGO DEL AUTOR. Hace justamente un año se inició una serie de artículos en los que se fue abordando diferentes aspectos de la biografía de Vincent van Gogh, en un intento de aproximación al conocimiento de su rica personalidad humana. Ahora se pretende iniciar una nueva serie que permita el acercamiento a su personalidad artística, y al conocimiento de su evolución en el tiempo, de las influencias que recibió, sus técnicas, motivos, etc.

Decía Delacroix, uno de los pintores admirados por Van Gogh, que "el motivo le servirá al artista, por medio de su imaginación, para poner en evidencia su mundo interior y adueñarse del espectador, tras haber penetrado en él a través de su mirada".

Por tanto, el conocimiento de la personalidad humana y artística de Van Gogh puede ayudar al observador a una mejor comprensión de un determinado cuadro, pero nunca podrá sustituir al impacto directo que la obra de arte pueda ejercer sobre la sensibilidad del espectador, aunque éste ignore todo sobre su autor.

Puede decirse que el conocimiento influye sobre la capacidad de razonamiento y el disfrute "científico" de una obra, en tanto que el impacto que la obra de arte ejerce directamente sobre el espectador influye sobre su capacidad afectiva, sobre sus sentimientos. Especialmente cuando se trata de Van Gogh.

 

INTRODUCCIÓN. Vincent van Gogh constituye, sin duda el máximo mito de la pintura universal. Su carácter y su estilo de vida románticos, su locura, su entrega a la pintura llegando a pasar necesidades y sufrimientos para no renegar de sus ideas, ha transcendido al gran público que valora su suicidio, y su triunfo artístico y económico después de muerto.

Pero, por encima del mito, están los valores reales de un artista de talento reconocido mundialmente y que ha influido en gran manera sobre la pintura moderna.

Van Gogh accede tarde a la pintura, hacia 1880, cuando contaba unos 27 años, e intuye que su vida va a ser corta, por lo que tiene urgencia en aprender. Es un pintor autodidacta, que se programa su propia formación, estudiando en láminas, exposiciones y museos la pintura de los grandes maestros de siempre, o de los contemporáneos que considera dignos de ser estudiado; asiste a Academias de Bellas Artes, aunque su estancia en centros de enseñanzas tradicionales sea de corta duración, o recibe clases de otros profesionales; pero, sobretodo, su formación procede de un incansable trabajo personal, de mucho copiar láminas y cuadros, y borrar y repintar para corregir sus errores.

A fuerza de horas y horas de esfuerzo alcanza una gran velocidad en la ejecución de sus obras, dando, a veces, una falsa impresión de improvisación y vehemencia, cuando en realidad es fruto de una labor perfectamente estudiada y estructurada.

Hay en sus obras una mezcla de audacia e ingenuidad que recuerda de nuevo a Delacroix. En el genio suele mezclarse el impulso espontáneo con una serie de tanteos o pruebas, en forma de dibujos, apuntes o bocetos que garanticen la literalidad de lo que el artista desea expresar. Es un equilibrio entre fogosidad y autocontrol, entre madurez y candidez.

Es un pintor culto, devorador de obras literarias clásicas y contemporáneas, cuyas enseñanzas aplica a su vida y a su obra. Abierto al conocimiento de todas las corrientes artísticas, absorbe como una esponja cuanto considera de interés y lo transforma con sus propias ideas creando un estilo nuevo e irrepetible.

A lo largo de esta serie de artículos se analizará la obra de Vincent van Gogh en su conjunto a través de datos estadísticos, y de forma más detallada contemplando sus distintas etapas de iniciación, París, Arlés, Saint Rémy y Auvers.

Un año después de iniciada la primera serie, debo expresar mi agradecimiento y mi felicitación a David Brooks por ofrecernos a los aficionados al arte, y especialmente a los admiradores de la obra de Vincent van Gogh, este espacio, denominado Visitor Submissions, a través del cual podemos expresar nuestras ideas. Gracias muy sinceras también a todos aquellos que, durante este tiempo, me enviaron sus palabras de estímulo.

José Navarro

Utrera (Sevilla) España, Diciembre 1998


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