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La Idea de la Muerte en Van Gogh


El 30 de Marzo de 1852 nació en Zundert (Holanda) un niño al que llamaron Vincent Willem. Nació muerto o murió al poco tiempo de nacer. El mismo día, del mismo mes, del año siguiente, nace otro niño de los mismos padres, al que vuelven a llamar Vincent Willem. Más tarde sería un famoso pintor.

Cuando nace el primer Vincent, su madre tenía 33 años, una edad avanzada en aquella época para iniciar una familia. Según algunos psicólogos, la muerte de un primogénito puede afectar psicológicamente a los padres, con repercusión sobre el hijo siguiente, al que ven como sustituto del niño fallecido, que es idealizado, con lo que el segundo hijo está en desventaja constante respecto al primero y puede terminar con una personalidad distorsionada.

Nace, pues, Vincent van Gogh como sustituto de otro hermano muerto prematuramente, que fue enterrado cerca de la iglesia de su padre, por lo que es posible que, siendo niño, viese frecuentemente una tumba donde estaba grabado su nombre y apellidos.

Si la muerte planea sobre todo ser vivo desde su nacimiento, en Van Gogh parece que su sombra la tiene más cerca.

Sus ideas sobre la muerte podrían analizarse desde dos puntos de vista: desde su formación religiosa y desde sus ideas románticas.

 

FORMACION RELIGIOSA

Hijo de un pastor protestante, Van Gogh posee una formación religiosa cristiana, adquirida en la propia familia, ampliada posteriormente por sus lecturas y estudios de la Biblia, y practicada hasta el extremo como predicador entre los mineros de Borinage en Bélgica.

Para los cristianos, la vida es un don que el Sumo Hacedor concede, y no corresponde al individuo poner fin a ella. Tiene, pues, Vincent una visión transcendente de la vida, transcendencia que alcanza no solo a lo espiritual, sino también a lo artístico.

Estando en Amsterdam hacia 1878 conoce la muerte de Daubigny, y recordando también la de Brion, a los que apreciaba y por los que se sentía beneficiosamente influido, escribe: "Es una buena cosa morir consciente de haber realizado una obra bien hecha, que vivirá en la memoria de las gentes, y dará ejemplo a los que vengan posteriormente. Una obra puede no ser eterna, pero las ideas que expresa si pueden serlo, y algún día alguien seguirá la huella de sus predecesores y dará lugar a otras obras bien hechas."

Su pensamiento religioso evoluciona, sobretodo después de cesar su período de predicador. Su fe se relaja y su razón le interpela sobre la existencia de otra vida después de la muerte. En 1888, estando en Arlés, dos años antes de su fallecimiento se preguntaba: "La vida, ¿es enteramente visible para nosotros, o bien no conocemos antes de la muerte más que un hemisferio? Los pintores estando muertos y enterrados, hablan a las generaciones siguientes a través de sus obras, ¿es eso todo, o hay todavía algo más? En la vida del pintor, tal vez la muerte no sea lo más difícil de obtener."

UNA MUERTE ANUNCIADA. En La Haya, hacia 1883, Van Gogh intuye que su vida no va a ser muy larga. Ha empezado a pintar tarde, y piensa que sólo le quedan de seis a diez años de vida (Siete fueron realmente): " En unos pocos años debo terminar un cierto trabajo. No debo darme una prisa inútil... pero debo trabajar con plena calma y serenidad, y con tanta regularidad y concentración como sea posible. El mundo me afecta en cuanto siento una deuda y un deber hacia él por haber vivido treinta años, y, en vez de gratitud, quiero dejar un recuerdo en forma de dibujos o cuadros, no para agradar a cierta tendencia de arte, sino para expresar un sincero sentimiento humano."

Con estas palabras el pintor está redactando su testamento en beneficio de la humanidad. El anuncio de su muerte no obedece a una predestinación sino a una valoración que, sintiéndose enfermo, hace de su vida. Vincent no cree en la predestinación. Desde Arlés escribiría a su hermano: "En cuanto a la idea musulmana de que la muerte sólo llega cuando tiene que llegar, creo que no tenemos ninguna prueba de ninguna intervención directa desde Arriba. Por el contrario, creo que es una prueba que obedecer las leyes de la salud no solo prolonga la vida, sino, sobretodo, puede hacerla más serena y más limpia."

Conservar la vida es importante para Van Gogh. Ni siquiera admite dar la vida por el prójimo, sobretodo después de su experiencia en Borinage: " Prepararse para la muerte (Amar al prójimo mas allá de toda medida, a alguien que solo ve en ti a un chiflado) es inútil. ¿No ves que el autosacrificio, el dar la vida por los demás, es un error, si implica suicidio? Porque en este caso estás convirtiendo a tus amigos en asesinos". (Mayo 1888)

 

IDEAS ROMÁNTICAS

En la primera mitad del siglo XIX surge un movimiento romántico dentro de la pintura y escultura, en el que militan Delacroix, Constable y Turner, entre otros, que mantienen una actitud polémica contra la antigüedad clásica y el formalismo, revalorizando el color, la libertad de temas y la defensa de la participación de los sentimientos y pasión del artista en la obra de arte. La idea de suicidio no es ajena al movimiento romántico.

No hay duda que, desde el punto de vista descrito, Van Gogh es un romántico, lo que se manifiesta abiertamente tanto en su vida como en su obra. No es extraño que desde joven se refiera en diversas ocasiones al suicidio, si bien en esos momentos no tenía la menor inclinación en tal sentido.

Hacia 1877 escribió: "Desayuné un pedazo de pan seco y un vaso de cerveza. Es este un acto, recomendado por Dickens a los que están a punto de suicidarse, como especialmente adecuado para alejarles por algún tiempo de tal propósito. Y, aún cuando no se esté del todo en esa disposición de ánimo, está bien hacerlo de vez en cuando."

En 1882, en La Haya, donde pasó tan malos momentos, durante una depresión exclama: " Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?...Puedo comprender que haya gente que se suicide, pero yo encuentro fuerzas en las palabras de Millet: Siempre me ha parecido que el suicidio es el acto de un hombre vil".

En 1884, en Nuenen, se refiere al intento de suicidio de Margot Begemann como "Un momento de indudable locura".

En Arlés, en 1889, cuando está buscando un hospital para recluirse voluntariamente durante una temporada, a fin de reponerse de sus enajenaciones, al oír que se le prohibiría pintar escribió: "Me siento muy cansado, después de mi conversación con Mr. Salles no sé que hacer. Si no tuviese tu afecto, ellos me llevarían al suicidio, y a pesar de lo cobarde que soy, terminaría haciéndolo. Hay un punto en el que tenemos derecho a protestar contra la sociedad y defendernos nosotros mismos." Más que un deseo real de suicidio, parece esta frase como una amenaza para llamar la atención sobre su problema y que le permitan, como al fin consiguió, que le dejaran pintar.

 

SUPUESTOS INTENTOS DE SUICIDIO

 En dos ocasiones se ha hablado de intentos de suicidio por parte de Van Gogh. Una ocasión es con motivo de la mutilación de la oreja tras su agresión a Gauguin, la otra es cuando ingiere pintura estando internado en Arlés, en lo que se considera un intento de envenenamiento.

Las dos circunstancias se producen, no durante una depresión, sino durante un estado de enajenación mental del artista en los que no es dueño de sus actos. Cuando Van Gogh realmente se suicida, puede que estuviese mas o menos influido por un estado depresivo, pero no hay dudas de que es plenamente consciente de lo que va a hacer.

En el primer caso, la mutilación del lóbulo de la oreja puede obedecer a un ataque de ira, que vuelve contra sí mismo, castigándose con una ligera mutilación. Si hubiese intentado realmente suicidarse, no cabe la menor duda de que podría haberse hecho más daño cortándose las venas de las muñecas o el cuello.

En el segundo caso, el supuesto intento de suicidio quedaría plenamente justificado por alguno de los siguientes motivos:

a)  En la composición química de la pintura hay compuestos similar al tujone, componente neurotóxico de la absenta. Encontrándose Van Gogh bajo el síndrome de abstinencia de alcohol, pudo buscar en la pintura un substituto que calmara el "mono".

b) En los estados de enajenación mental, a veces los enfermos desarrollan un hábito denominado "pica" que consiste en la ingestión de sustancias con sabores desagradables.

 

DESDRAMATIZACION DE LA MUERTE

Hay dos momentos en que Van Gogh pinta y habla sobre la muerte, y aunque en ambos momentos las circunstancias son muy distintas, tienen un mismo denominador común, la desdramatización de la muerte.

LA MUERTE DE UN CAMPESINO. El humanismo, la sensibilidad y la poesía de Vincent van Gogh se desborda cuando habla de la muerte de los campesinos: "Están echando abajo la vieja torre del campo, de la que acabo de hacer una acuarela. Quería expresar en ella cómo durante años los restos mortales de los campesinos han ido a descansar a los mismos campos que ellos cavaron cuando estaban vivos. Yo necesitaba contar qué cosa tan simple es su muerte y su sepelio, tan simple como la caída de una hoja en otoño- solo un poco de tierra cavada y una cruz de madera... ¿Me equivoco cuando pienso que hay algo bueno en esta vieja torre?

Después hubo una subasta de la madera y los hierros viejos, incluyendo la cruz. Y ahora, aquellas ruinas me dicen cómo una fe y una religión tan sólidamente fundadas se convirtieron en polvo, pero también cómo la vida y la muerte de los campesinos permanecen igual que siempre, brotando y muriendo regularmente, como las hierbas y las flores que crecen allí, en la tierra del campo santo."

 

EL SEGADOR. En Septiembre de 1889, en Saint Remy, a un año escaso de su muerte, Vincent pinta un cuadro que denomina "El Segador", y que podría integrarse en el grupo de cuadros que representan labores agrícolas. Pero el propio artista le da un significado especial: "Veo en este segador una vaga figura que lucha como un diablo en plena calor por acabar su faena, veo en él la imagen de la muerte... Pero en esta muerte no hay nada triste, pasa a plena luz, con un sol que inunda todo de un brillo de oro puro."

"El Segador está terminado... es una imagen de la muerte tal como el gran libro de la naturaleza nos habla de ella, pero lo que he buscado es el "casi sonriendo".

Vincent terminaría suicidándose en medio del campo, en un paisaje similar al de El Segador. Tradicionalmente la muerte se ha representado por un esqueleto cubierto con un manto y que porta una guadaña. Vincent suaviza la imagen transformándola en algo tan querido para él como la imagen de un campesino, doblado su cuerpo sobre el campo, segando la mies con una hoz (menos dramática que la guadaña)... y casi sonriendo.

¿Qué puede hacer sonreír a un campesino que realiza un trabajo tan duro en medio del campo y con un sol abrasador sobre él? La respuesta podría ser: la abundancia de la cosecha, o el buen ritmo del trabajo que realiza o que está próximo a terminar su faena.

¿Qué podría hacer sonreír a la Muerte? Quizá las mismas razones.

El mismo Vincent dice que en esta muerte no hay nada triste, ocurre a plena luz del sol. ¿Qué pasa por su mente? ¿Cuál es su estado de ánimo?

Cada pueblo, cada cultura e incluso cada individuo tiene una idea de la muerte, pero de una forma general podría decirse que hay una cierta evolución homogénea de la muerte en función de la edad. Mientras se es joven, con una vida llena de promesas, la muerte es una tragedia, se la mira con horror; pero a medida que el hombre madura, se la mira con respeto al mismo tiempo que se le va perdiendo el miedo.

Indudablemente nadie en su sano juicio desea su muerte, porque nadie desea cambiar un bien presente, la vida, por un bien futuro del que no se tiene seguridad de cómo es, ni nadie, salvo la fe para los creyentes, puede garantizar su existencia. Pero a cierta edad, cuando los objetivos que cada cual se ha trazado se han conseguido o se ha desistido de ellos, se ve la muerte como una fiel compañera que llegará algún día como una cosa natural. En el peor de los casos, de la Naturaleza venimos, a la Naturaleza volvemos. Indudablemente hay también personas que para acabar con sus sufrimientos físicos o morales llamarán a la Muerte con desesperación.

¿Por qué Van Gogh, a sus treinta y seis años tiene esa visión tan poco dramática, casi amable de la muerte? Quizá porque ha sufrido tanto que ha madurado prematuramente y comienza a ver la Muerte como algo natural y liberalizador.

También Van Gogh, como el segador, trabaja duramente en el campo bajo un sol abrasador, y esboza una media sonrisa por la ingente labor que lleva realizada, por el ritmo de su trabajo o porque intuya que su faena está próxima a terminar.

CONCLUSION. Van Gogh no pierde totalmente su formación cristiana. El concepto de transcendencia de la vida permanece en él incluso en los momentos de duda. Puede que ataque a la jerarquía de la Iglesia, puede que ataque a su estructura, pero nunca llega a dar muestras de ateísmo. La vida es un valor sagrado que no debe perderse, ni siquiera a cambio de la del prójimo, y que debe mantenerse llevando una vida lo más saludable posible. Es decir, Van Gogh se aferra a la vida, a la que a pesar de sus sufrimientos, ama apasionadamente, según afirmaba su amigo el pintor Paul Signac.

Como romántico, la idea de la muerte está presente en muchos momentos de su vida. Juega y casi flirtea con el concepto de suicidio sin que sea partidario de ello, si bien en algún momento lo utiliza como amenaza o chantaje para llamar la atención sobre sus problemas. El auténtico suicida no anuncia su muerte, como él mismo posteriormente haría.

Al final de su vida, y sin que se plantee aún realmente el suicidio, se produce en él una aceptación de la muerte como hecho natural, que, llegado el caso, le facilitaría la aceptación de la idea de suicidio. Pero debe quedar claro que Van Gogh no es un hombre con tendencias suicidas, sino todo lo contrario, es un hombre que a pesar de padecer una gran carga de problemas físicos y morales, lucha contra ella con todas sus fuerzas, y con todas sus fuerzas se aferra a la vida. Con su traslado de Saint Remy a Auvers dos meses y medio antes de su muerte, está demostrando su instinto de supervivencia. Desea marcharse porque espera mejorar su salud lejos de la luminosidad y de los colores excitantes de la Provenza. Busca su tranquilidad en el reencuentro con paisajes más parecidos a los de su tierra natal, en el relax de otros paisajes más verdes. Una vez más intenta rehacer su vida y se entrega con frenesí a la pintura... para terminar suicidándose. ¿Qué fue lo que le falló? ¿Qué pudo ser más fuerte que su deseo de vivir?

José Navarro

Utrera (Sevilla) España, Agosto 1998


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