Vincent van Gogh inició su actividad laboral como vendedor de cuadros. Más tarde ejercería sucesivamente de predicador, profesor, ayudante de pastor evangélico y vendedor de libros.
Es difícil determinar el momento en que el arte empieza a tomar cuerpo dentro de su concepción de la vida. Prácticamente todas sus cartas, desde las primeras, están teñidas por descripciones de cuadros o paisajes que constituyen de por sí cuadros pintados con palabras, pero es complicado determinar cuando siente la necesidad de expresar sobre lienzo lo que era capaz de expresar sobre papel..
Tal vez, por poner una fecha aproximada, podría citarse el 15 de Noviembre de 1878, cuando en su carta nº 126 escribe a Theo: " Quisiera empezar a hacer croquis groseros de innumerables cosas que se encuentran en el camino, pero como todo eso me distraería de mi trabajo, es preferible no empezar."
En la misma carta escribiría también: "Cuán rico es el arte, con solo recordar lo que se ha visto, nunca le faltará a uno alimento para la mente ni se sentirá verdaderamente solitario, jamás solo." Es increíble el vaticinio que hace sobre su propia vida, una vida que será muy solitaria, y en el que el arte de la pintura será un remedio poderoso, una droga, para aliviar la inmensa y pesada carga de su soledad.
LA PINTURA COMO PROFESIÓN. La decisión de elegir la pintura como profesión podría estar influida por su afición al dibujo desde su infancia, afición inculcada, al parecer, por su madre, y por la formación adquirida durante su estancia en la Galería Goupil como vendedor de cuadros.
Llaman la atención los dibujos realizados en su infancia, algunos de ellos de una perfección increíble para su edad. Durante su época de vendedor se aficionó a visitar los museos de las ciudades que visitaba, estudiando detenidamente los cuadros de los grandes maestros, estudios que se veían favorecidos por su extraordinaria memoria y su visión fotográfica. Este hábito de visitar museos no le abandonaría nunca.
Su sentido de la responsabilidad, y el consejo de su hermano Theo, le llevan, en primer lugar a formarse como pintor. Así empieza de forma autodidacta a hacer dibujos copiados de Ejercicios al carbón, Curso de dibujo de Barque, Esbozos anatómicos para uso de los artistas de John, y lee libros sobre anatomía y perspectiva.
"Este estudio es muy árido y, por momentos, esos libros son terriblemente irritantes, pero aún así pienso que hago bien en estudiarlos." (136)
Aunque autodidacta, y con ideas artísticas muy personales, no desdeña asistir a cursos de pintura en la Academia de Bruselas, Ecole des Beaux Arts en Amberes o en la Academia de Antwerp. Igualmente recibe lecciones de su pariente Anton Mauve en La Haya y de Cormon en París. Vincent Van Gogh es antiacademicista, pero asiste a cursos oficiales para conocer técnicas que luego aplicaría tras su adaptación a su propio estilo, o para, dada su precariedad económica, disponer de modelos gratuitos.
Su mente está abierta a todas las tendencias y ello le lleva a experimentar con diferentes estilos como realismo, impresionismo, japoneserías, puntillismo y a ser receptivo a influencias de pintores como Rembrandt, Rubens, Delacroix, Millet, Gauguin, etc. sin que ello quiera decir que les imite, sino que absorbe y transforma a su manera aquello que le pueda interesar de pintores o movimientos artísticos.
Su profesionalidad le hace dedicar a la pintura largas y agotadoras jornadas de trabajo. Su estilo no es aceptado por la sociedad de su tiempo, y su vida económica, al no venderse sus cuadros, transcurrió siempre dentro de grandes estrecheces.
A pesar de su fe en sí mismo, poseía una gran modestia, y aún al final de su vida artística seguía aprendiendo y haciendo ejercicios de dibujo para estar en forma.
LA PINTURA COMO VOCACIÓN. La pintura no solo constituye para Vincent una profesión, sino que se convierte en auténtica vocación.
Entiende la pintura como un medio de transmitir al espectador las sensaciones que el artista es capaz de captar con su sensibilidad. Van Gogh se impregna de la naturaleza que, a su vez, le ayuda a comprender el arte mejor. Aunque parte de su obra, al menos al principio de su vida artística, puede considerarse de temática social, afirma que "no pinta para molestar a la gente, sino para deleitarla o darle a conocer aspectos dignos de ser observados y que no todo el mundo es capaz de ver".
Se inspira en la naturaleza para realizar su obra, pero no convierte el cuadro en una fotografía, sino que transforma la realidad, exagerando las formas o alterando los colores, si con ello consigue transmitir mejor sus impresiones. En este sentido, se reafirma en sí mismo, algo que realmente necesita: "Debemos ser nosotros mismos, con todos nuestros defectos y cualidades"..."Trato cada vez más de ser yo mismo, importándome relativamente poco si la gente me aprueba o no".
Van Gogh goza de la pintura y de los progresos que va haciendo: " Cada semana hago algo que no podía hacer antes, y es como hacerse joven de nuevo. Es la conciencia de que nada, salvo una enfermedad, puede quitarme la fuerza que ahora comienzo a desarrollar. Es algo espléndido mirar algo, admirarlo, pensar sobre ello y luego decir: Voy a dibujarlo. Y trabajar sobre el tema hasta que esté plasmado en el papel".
Su vocación artística le llena tanto, que llega a decir: " En mi opinión soy tan rico como Creso, no en dinero, sino rico porque he encontrado mi trabajo, algo a lo que puedo dedicarme con todo mi corazón y toda mi alma, y que da inspiración y deleite a mi vida... Puedo estar en relativamente grandes dificultades y tener días tristes, pero pienso que es una bendición que haya encontrado este trabajo y, por tanto, no puedo contarme entre los desafortunados".
Esta frase la escribe en La Haya, donde pasó por muchas dificultades de todo tipo, pero esas dificultades parece que templan su espíritu, y se traza un camino del que nada, ni siquiera el amor, puede apartarle: " Mi opinión es que mi trabajo es mi deber, es más importante que la mujer, y el trabajo no debe sufrir a causa de la mujer".
Vincent ofrece todo cuanto tiene a la pintura, a la que pone siempre en primer lugar: "Cuando recibo tu dinero, escribiría a su hermano Theo, mi mayor necesidad no es comer, aunque esté en ayunas, mi mayor necesidad es pintar más aún, y ponerme enseguida a buscar modelos y bellos rincones". Pero todo ello tiene su compensación: "Pintar es excitante, es como cazar, de hecho es una cacería de bellos modelos y paisajes". "Trato de encontrar mi felicidad en la pintura".
LA PINTURA COMO CATARSIS. La pintura no es solo gozo y creatividad, es también dolor y sufrimiento. Es un Purgatorio en vida en el que parece como si Van Gogh tuviese que pagar por algo, pero ¿Por qué? ¿Por las fases de desamor con su padre? ¿Tal vez por algún oscuro complejo de culpabilidad en relación con su hermano Vincent, prematuramente muerto antes de nacer él? ¿O es simplemente el precio que tiene que pagar en vida por la gloria y riqueza que alcanzaría después de muerto?
Vincent es plenamente consciente de que paga un precio muy alto por su obra. En primer lugar, es consciente de que no vive una vida real. Esta expresión podría interpretarse como que la persona que vive una vida real, tiene sus centros de interés repartidos y equilibrados entre su profesión, su familia, sus amigos, la cultura, lo lúdico, etc., factores que ayudan a mantener una vida de relación sana, y en caso de que un factor falle circunstancialmente, los otros factores acuden para suplir su hueco. Van Gogh centra su interés casi exclusivamente en la pintura, mientras mantiene una relación afectiva familiar o amistosa, a distancia, a través de sus cartas, a todas luces insuficiente. Le falta llevar una vida normal como los demás mortales.
A veces no da importancia a la carencia de vida real: "De verdad, la vida del artista, que sabemos no es una vida real, me parece tan vital que sería ingrato no estar contento con ella". Otras veces no se encuentra tan optimista y tiene que recurrir a la idea de que otros artistas corren igual suerte. Mal de muchos..."... aunque siempre es un pensamiento melancólico saber que no se lleva una vida real... sientes que estás vivo cuando recuerdas amigos que están tan fuera de la vida real como tu mismo. Y finalmente, hay ocasiones en que la falta de una vida real le conduce al desaliento: "...a lo largo de la vida del artista frecuentemente vuelve el sentimiento melancólico de esa vida real que nunca alcanzará, y a veces falta ese deseo de arrojarte en cuerpo y alma al arte y de sentirte bien por ello".
Son numerosas las ocasiones en que Vincent demuestra su amor a los niños, por ello, otro precio, muy elevado, que paga por su obra, lo expone delicadamente en alguna ocasión, y que por la misma sensibilidad y discreción con que lo trata delata su importancia, y es la ausencia de hijos en su vida: " En cuanto a mí, siento que estoy perdiendo el deseo de casarme y tener niños, y de vez en cuando me entristece sentir eso a los treinta y cinco años, justo cuando debería ser lo contrario. A veces siento rencor contra esta podrida pintura. Fue Rochepin quien dijo: El amor al arte significa la pérdida del amor real. Creo que es una terrible verdad, pero por otra parte, el amor verdadero te hace disgustarte con el arte. A veces me siento viejo y destrozado, como un amante que no estuviese realmente entusiasmado con la pintura".
"Es más valioso trabajar con carne y sangre que con pintura o yeso, es más valioso hacer niños que cuadros o negocios".
"Yo puedo vivir sin Dios, pero no puedo, enfermo como estoy, vivir sin algo que es más fuerte que yo, algo que constituye mi vida: el poder de crear. Y si, defraudado del poder de crear físicamente, un hombre intenta crear pensamientos o ideas en lugar de niños, él es también parte integrante de la humanidad".
La idea de los hijos la tiene profundamente marcada, advirtiéndose en pequeños detalles: "Voy a pintar mi propia cama, quizá una mujer desnuda, o un niño en una cuna, no lo he decidido, ya lo pensaré".
Van Gogh paga también con su salud física y mental. Un hombre de su cultura, y conociendo tres idiomas, podría haber encontrado sin mucha dificultad un puesto de trabajo que le permitiera vivir más desahogadamente, pero su entrega total al arte, las largas jornadas de trabajo, el estrés mental que le ocasiona la lucha por encontrar los colores y tonos adecuados, junto a una mala alimentación y el abuso del alcohol como evasión, minan su salud física y su estabilidad mental. "Mis cuadros carecen de valor aunque ciertamente, a veces, me costaron mucho en sangre y en cerebro".
Otras monedas de cambio fueron: "La soledad, la tristeza, las dificultades, la necesidad insatisfecha de afecto y simpatía, estas son las cosas duras de soportar. El sufrimiento moral nos mina más que la disipación".
Hay una frase del pintor que resume todo lo expuesto en cuanto al precio que tiene que pagar por su obra: "Me deprime pensar que, aún cuando se tenga éxito, la pintura nunca devuelve lo que cuesta."
LA PINTURA COMO EVASION. Sin duda es éste el papel más destacado que juega la pintura en la vida de Van Gogh. El pintor se sumerge completamente en su arte, y su frenética actividad le hace olvidar su vida llena de continuos fracasos. Es una droga que le adormece y evita enfrentarse con el círculo vicioso de su vida, y del que no puede escapar: una vida profesional fracasada, una vida afectiva casi inexistente, una salud mental con ataques de enajenación reiterados e inesperados, y un futuro incierto, más bien negro, dependiente de la generosidad, de la situación económica y de la salud de su hermano.
El mismo reconoce: "Todo lo que le pido a la pintura es una forma de escapar de la vida". Por ello, todas aquellas circunstancias que le hagan dudar de su vocación, que le interpelen sobre la importancia de la pintura en su vida, constituyen un serio peligro para Van Gogh, quien tendría entonces que enfrentarse con la realidad, con la realidad de su propia vida, enfrentamiento para el que no estaba preparado, y del que sin duda saldría perjudicado.
LA PINTURA COMO VALOR TRANSCENDENTE. En la segunda mitad del siglo XIX la sociedad se regía por una serie de normas que decidían lo que era, o no, aceptable, de tal forma que el incumplimiento sistemático de las normas por un individuo o grupo originaba su marginación.
Vincent van Gogh y sus ideas innovadoras entraron pronto en conflicto con el orden artístico establecido, recibiendo por ello el rechazo social a su pintura. Pero en este movimiento de libertad e independencia no se encuentra solo, otros pintores como Monet, Gauguin, Pisarro, Cezanne, a los que Vincent se siente unido, constituyen un grupo que no es aceptado por la sociedad, pero que es capaz de transmitir sus inquietudes a otros pintores posteriores como Picasso, Braque o Matisse, consiguiendo entre todos romper con la inercia de la época e iniciar la andadura de un arte moderno abierto a toda clase de ideas.
Vincent capta la transcendencia de las nuevas corrientes artísticas y asume el coste que ello conlleva: "No sentimos que nos estemos muriendo, pero sentimos que para ser un eslabón en la cadena de artistas, pagamos un alto precio en salud, juventud y libertad, ninguna de las cuales disfrutamos más que el caballo que tira de un coche con gente que sale a disfrutar de la primavera". Al mismo tiempo es consciente de la importancia del trabajo que los pintores innovadores están haciendo para el futuro: "Estamos trabajando para un arte que durará no solo durante nuestras vidas, sino que será mantenido por otros después de nosotros... estamos preparando una vida mejor para los pintores que seguirán nuestros pasos".
RESUMEN. La pintura, como profesión, es decir, como medio económico de vida, resulta un fracaso rotundo para Vincent van Gogh, no así la pintura como vocación, que, con sus altibajos anímicos, como cualquier otra vocación, llena plenamente al pintor, así como la transcendencia del trabajo que él y otros pintores innovadores realizan. Lo más destacado de la pintura en Van Gogh quizá sea el hecho de constituir una evasión, un refugio o una droga que le hace olvidarse de sus problemas vitales, problemas vitales que con esta actitud solo aplazan su solución, pero que están larvados, agazapados, esperando el momento oportuno para salir a la superficie.
Utrera (Sevilla) España, Julio 1998
Retorno a la página principal de Van Gogh