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En este artículo no se trata de encontrar la amistad que unía a Van Gogh y a Roulin, pero se trata de precisar algunos detalles desconocidos o no escritos por los biógrafos del pintor.

Vincent van Gogh está en plena gloria. La exposición de las pinturas que realizó en Auvers-sur-Oise, su reciente biografía escrita por Henri Perruchot (1), el anuncio de la publicación de toda su correspondencia por Julliard, lo atestiguan. Sin duda, no faltan los admiradores que, en su imaginación, explican con superlativos el trabajo de Van Gogh, pero son más numerosos aquellos que más allá de los juicios realizados en el tiempo, buscan en la expresión pictórica del genio, aquel del corazón humano. Vincent van Gogh estuvo durante su vida privado no sólo de comida nutritiva, sino también de afecto. Ciertamente la unión fraternal con Theo fue ejemplar hasta la muerte, pero ¿cuántos otros satisfacieron su exigencia de amor?.

Camaradas y compañeros que huyeron después de burlarse, de disputas o sin decir ni siquiera una sola palabra. Y cuando su prima Kee osa decirle "¡Jamás!, ¡No, jamás!" (T153) (A) su corazón se queda marcado de dolor para toda su vida. Quemadura más grave que la que se provoca en los dedos y en la palma de la mano para obtener el derecho de ver a Kee.

El más entusiasta de los hombres, que a excepción de un amor familiar, no tiene más respuesta que el menosprecio, el miedo y la incomprensión.

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Las cartas de Vincent van Gogh conforman un documento humano desordenado, cuya lectura no puede dejar insensible. Un episodio de su vida provoca mi atención. En Arles, Vincent entabla amistad con un cartero de nombre Roulin. Amistad que perdura y -contrariamente de otras- sin sacudidas, que generaría calor en su corazón, porque la estimación de Roulin alimenta al hombre y a su obra. ¿Qué tiene este cartero? ¿Qué puede generar, él y su familia, pintados frecuentemente por Vincent? ¿Se murió recientemente? ¿Sus hijos aún viven?. Mi búsqueda me permite encontrar a uno de los dos hijos: la Sra. Marcelle Roulin. Ella me recibió muy bien, y retrocedo con su testimonio, el cual jamás fue solicitado.

Van Gogh anuncia en una carta (2) a su hermano Théo el nacimiento del "bebé Roulin". Le escribió hablando del padre "el buen hombre reflejo de satisfacción", porque "el bebé. . . es muy sonriente y bien portado. . . " La Sra. Marcelle Roulin que en la actualidad tiene 67 años, no tiene evidentemente objetos de recuerdo de Van Gogh, pero ella escuchó, frecuentemente, que sus padres evocaban a "Vincent" (Van Gogh juzgaba que su apellido era difícil de pronunciar, sobre todo en Provence, es por eso que se hizo llamar por su nombre y así firmaba también sus obras).

Ella creció sin asombrarse de seis lienzos que Van Gogh había dado a Roulin y que decoraban la recámara de sus padres, retirado en Lambesc. Ella podía ver el retrato de su padre, aquel de su madre, de cada uno de sus hermanos: Armand y Camille, finalmente uno de ella misma, colocado sobre la chimenea. Una tela de laureles rosas en una vasija completaba esa colección extraordinaria. Fue en 1895, según recuerda, que Ambroise Vollard--el comerciante de pinturas que presiente el valor de los Impresionistas, después de los Cubistas y de los Fauvistas--le escribió a su padre. Para mejorar su proporción de retiro, Roulin se dedicaba a entregar telegramas.

Cuando Vollard le presenta una propuesta, nuestro "cartero" sufre de una crisis del nervio ciático que le inmoviliza, lo priva así de recibir un dinero adicional. El acepta los 450 francos (3) que le ofrece el mercader de pinturas. Las telas de su malhumorado amigo comienzan a buscarse, por lo que él podría regocijarse por partida doble.

Al llegar a Arles a finales de febrero de 1888, Van Gogh ocupó una pensión provisional en un café, en la calle de la Cavalerie. Roulin vivía en la misma calle. Probablemente los dos hombres se hayan conocido en el café. O posiblemente a fuerza de cruzarse. Al pintor le habrá llamado la atención el cartero por su aspecto poco banal, que mide dos metros de altura: Joseph Roulin, de 47 años de edad, portador de una barba castaña a dos picos, no podría pasar inadvertido con su bello "uniforme azul, engalanado de oro" (T516) .

Para todos los que han visto sus retratos, con excepción de aquellas personas que conocieron la historia de los uniformes de la Administración de Correos, Roulin es un cartero y, como el resto, Vincent le nombra siempre así. Ese "hombre más interesante que muchas personas" (T516) era, en efecto, brigadier a cargo de la estación de Arles, encargado de descargar los sacos postales. Su habilidad lo deja en la posibilidad de comenzar su amistad, Van Gogh escribió a su hermano: "el buen hombre no aceptó dinero, pero era más caro comiendo, bebiendo conmigo y le di además La Linterna de Rochefort. En fin, he ahí un mal pequeño y sin importancia, en comparación de lo muy bien que ha posado para esto" (T518). Roulin pensó sin duda de hacer algún ahorro con este trato. Van Gogh mismo, que no ignoraba nada de la miseria que le demanda: "Su salario es de 135 francos al mes (4), criando tres niños (5) además de él y su esposa. No se que será, tú lo conoces. Y eso no es todo, los aumentos son peores que el mal mismo . . . ¡Qué administraciones! . . . y ¡qué tiempos en los que vivimos!".

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Este endeble tratamiento permite comprender los sentimientos, entonces revolucionarios, de Roulin. Sentimientos que no espantaron a Vincent: ". . . lo vi un día cantando La Marsellesa, y pensé que regresaba al 89, pero no el año próximo, sino el de hace noventa y nueve años. Era como de Delacroix, de Daumier, del más antiguo y puro holandés" (T520). Este "republicano rabioso " admira a Eugène Pelletan y a Rochefort--que nosotros parecemos más liberales que revolucionarios--y parece atraído, como este último, por el general Boulanger. Él es de aquellos que han encontrado más bella la República que el Imperio y que se desesperan de verse guiados por los grandes burgueses del tiempo en medio de escándalos. Por lo tanto, ni Roulin, ni Van Gogh se hacen la ilusión de tener resultados triunfales de Boulanger. Después de la victoria resonante de este último, en enero de 1889, en una elección parcial parisina, los dos amigos esperaron lo peor ante "cuántos corazones . . . se donaron para avanzar, para servir de tapabocas de cañón". Pero "la revancha general" no podría marchar hacia los Elíseos, y ese mismo año, escaparon a Bélgica

Sin duda, la gentileza meridional, la vida familiar "ejemplar" de los Roulin después de veinte años de casados, además de los "buenos niños" de la provincia podrían explicar esta amistad.

Más tarde, la Sra. Marcelle Roulin me explicó que su padre propuso varias veces: "Vincent, venga a comer a nuestra casa". Pero la amistad que unió a los dos hombres se sitúa, probablemente, dentro de un plan que ni uno ni el otro previeron concientemente.

Los cuadros de Van Gogh, particularmente aquellos de ésta época, reflejaban un sentimiento dionisiaco de la vida. Vincent experimenta la fuerza vital en todo lo que pinta: paisajes, árboles, flores, personas. Los arranques de todo lo que le sucede lo exalta. El se dice a sí mismo que se siente algunas veces como "un oráculo en su trípode en busca de su víctima" (T576?) después de masticar hojas de laurel. Los laureles florecen con el sol de Provence con semejanza como lo hacen en Grecia., Vincent los pinta, tentado a resistirse a su exaltación cuasi mística. ¡Qué maravilloso sentimiento que no encuentra correspondencia en Roulin! Ese gigante con el aspecto de "Sócrates" y de "un sátiro" (decía Vincent) que ama beber, comer, ayudar con los niños a su esposa, que tiene una expresión viva de la cual Vincent recibe tanta pasión: ¿qué es lo que hace la unión de los dos hombres?.

Uno puede asombrarse también de que Roulin pueda amar y comprender la pintura de su amigo. Si apenas sabe escribir, él sería capaz de apreciar "un artículo bello sobre Monet" en el Fígaro (T583). La amistad que lo unió a Vincent, lo ayudó a entender la grandeza única del amigo. Los más distinguidos del momento (con la excepción de G.A. Aurier crítico del Mercure de Francia) comenzaban apenas a admitir a los Impresionistas.

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Vean el retrato de Roulin. Las líneas de la pintura se orientan hacia la barba (6) como las líneas de fuerza de un espectro magnético. ¡Qué entereza tranquila, qué fuerza en su rostro!

Este tipo de hombre, Van Gogh lo juzgaría junto con su familia "de tipo bien francés aunque con la apariencia de ser Rusos" (T560). La foto de Roulin, tomada algunos meses antes de su muerte (1903) (7), confirman extraordinariamente la impresión del pintor. Roulin--quien tendría que estar de nuevo en servicio como guardia auxiliar de la oficina en Marseille-Colbert donde Tolstoï pasó el fin de su vida, cuando el escritor buscaba distinguirse de sus campesinos rusos. Que uno compara el retrato del "bebé Roulin" y la foto, como no puede dejar de asombrarse--como me pasó en nuestro primer encuentro --del parecido entre la Sra. Marcelle Roulin y su retrato cuando era un bebé. Henri Perruchot reportó que el Dr. Rey y la Srita. Ravoux, también ellos, acusaron, el envejecimiento poco a poco con respecto a los trazos de los rostros pintados por Van Gogh.

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El número de pinturas que hizo Vincent de la familia Roulin es difícil de estimar. J.-B. de la Faille (8), habla de:

6 retratos del cartero Roulin;
1 retrato de la señora Roulin;
1 retrato de la esposa de Roulin con el bebé;
2 retratos de Camille Roulin (hijo);
3 retratos del bebé del cartero.

Existen errores importantes en este inventario.

En diferentes exposiciones, los parisienses pueden ver, desde 1947, los retratos de Joseph Roulin, de su esposa, de Armand, el hijo mayor, de Camille, muchacho tímido con su boina, y de la bebé Marcelle (9).

Vincent pintó por lo menos cinco de la Sra. Augustine Roulin, donde el retrato se conoce como "La Berceuse". Sobre este sujeto, su hija me confirmó que su madre tiene en sus manos, en el cuadro, la cuerda que le permitía balancear la cuna provenzal en donde ella dormía, estando la madre acostada sobre su cama. La expresión de la Sra. Roulin es temerosa; ella no posó enfrente del amigo de su marido. "Él me daba miedo" confiaría posteriormente a su hija. Vincent le generó esta inquietud después de que Roulin se fue a Marsella: "Tengo en preparación el retrato de la esposa de Roulin en el que trabajaba antes de estar enfermo" (T573).

"Puse en el interior los rojos, desde el rosa hasta el anaranjado, el cual subía en el amarillo hasta el limón, con los verdes claros y oscuros. Me alegraría muchísimo poder terminarlo, pero me temo que ella no querrá posar mientras siga ausente su marido " (T573)

En efecto, Roulin había aceptado partir a Marsella en busca de un ascenso difícil de precisar, ¿tal vez a un servicio de ambulante de correo?. El adiós a su familia apenó el corazón de Van Gogh que se entristece también al perder un amigo. "Ayer Roulin partió . . . . en cuanto a verlo con sus hijos el último día, sobre todo con la más pequeña cuando la hacía reír y brincar sobre sus rodillas y cantando para ella" (T573).

"Su voz tenía un timbre extrañamente puro y emocionado, que a mi a la vez me sonaba como un dulce y lastimero cantar de cuna y como un lejano resonar del clarín de la Francia de la Revolución. Sin embargo, él no estaba triste, al contrario, se había puesto su uniforme todo nuevo que había recibido el mismo día y todo el mundo le felicitaba" (T573)

A pesar de la rápida estancia de Roulin en Arles, Vincent habrá de sentir, poco a poco, la soledad --hasta la desesperante locura --que se agrava sobre él. Después de un año en el asilo de Saint-Rémy, se iría a Auvers-sur-Oise donde entre la campiña de trigo graznan los cuervos, y el golpe del revolver al tiempo lo mataría . . . .

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Es con un poco de arrogancia que la Sra. Marcelle Roulin evoca los sentimientos que unieron a Van Gogh y su padre. Esta amistad ejemplar, ¿quién de nosotros podríamos ser capaces de ofrecer a Vincent?.

Debo decir que la Sra. Roulin no aprecia ciertas emisiones de radio, ni los libros (este no es el caso de la punzante biografía de Henri Perruchot) que presentan a su padre como un alcohólico. Con relación a la frase del mismo Van Gogh cuando conoció a Joseph Roulin, me confirma la hija: "Nunca vi a mi padre ebrio". Le creo gustosamente. Sin duda, la naturaleza extremadamente robusta de Roulin, con sus dos metros, le permitían beber más de lo que era normal para Van Gogh. Por otra parte Vincent reconoció pronto su calidad como padre de familia honesto, de un hombre caritativo y bueno. Fue él quien no tuvo miedo de salir de ayudar a salir del hospital "al pobre loco" (10), es él quien pone el orden en la casa precipitadamente abandonada por Gauguin, sería bien: un amigo.

Los retratos de Roulin donde podemos buscar un reflejo de su bondad, merecen el honor de estar como testimonio del genio que los crea: Vincent van Gogh.

1. La vida de Van Gogh, por Henri Perruchot (Hachette).

2. Los extractos de las cartas de Van Gogh a Théo incluidos en este artículo provienen de la edición de Bernard Grasset (1937), o de la edición Gallimard (1954). (Las referencias de cartas en español, provienen de "Cartas a Théo" Ediciones Júcar. 1985).

3. Aproximadamente 79,000 francos de nuestros francos.

4. Los 135 francos de Roulin representaban aproximadamente 24,000 francos de 1955. Sin embargo, el cálculo completo con algunas correcciones (variaciones de ciertos precios que entre ellos pueden diferir), se podría estimar de treinta mil francos de 1955 los ingresos de Roulin.

En la actualidad, un brigadier a cargo en el nivel medio de su grado (índice 220) ganaría, en Arles, 36,924 francos. Para tres hijos a cargo se aumentaría 20,825 francos de prestaciones familiares y 4,487 francos de suplemento familiar por asignación. Van Gogh estima que "gastando de 5 ó 6 francos por día, no se tiene gran cosa" (T520).

5. Los Roulin debieron tener un cuarto hijo: Cornélie quien, nacido en 1897 y de naturaleza enclenque, murió en 1906.

6. . . . "Adoraba cortarle la barba. La vieja leyenda según la cual el hombre pierde su fuerza al mismo tiempo que sus cabellos debe contener algo de verdad ". Mabel Dodge Luhan: Mi vida con D.H. Lawrence.

7. Roulin sufrió de cálculos.

8. Van Gogh, de J.-B. de la Faille (Edición Hyperion)

9. Aquí el estado civil de la familia Roulin:

Joseph Étienne Roulin, nació en Lambesc el 4 de abril de 1841, murió en Marsella a finales de septiembre de 1903 (no se tiene la mención al margen del registro). Se casó el 31 de agosto de 1868 con Augustine Alex Pellicot, nacida en Lambesc el 9 de octubre de 1851, muerta el 5 de abril de 1930.

Armand, Joseph, Désiré Roulin, nació en Lambesc el 5 de mayo de 1871, murió el 24 de Noviembre de 1945--El fue aprendiz de mariscal-herrero en Lambesc antes de ser oficial de Paz en Túnez.

Camille Roulin nació en Lambesc el 10 de julio de 1877, murió como consecuencia de la guerra el 4 de junio de 1922--El viajó al servicio de mensajería marítima.

10. Leído en "Arts", n° 510 del 6 de abril de 1955, en el muy interesante estudio de Daniel Wildenstein, "Van Gogh no estaba loco".

(A) Números de las cartas de Vincent a Theo (incluidas por Enrique Pareja. Junio 1999).

(B) Carta de Vincent a F. Bernard (E. Pareja. Junio 1999).


J.-N. Priou: Revista del PTT de Francia, 2 (mayo-junio, 1955)


Traducción al Español: Enrique Pareja. Revisión: Anabella Robinson de Pareja (junio 1999).
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